“El beso”

Dormir tranquilo con las puertas abiertas, mientras el aire circula por toda la estancia y las cortinas gastadas de la noche se mueven ligeramente. La luna resplandece en las hojas de las plantas, que absorben enanas su vital juventud. Estar a solas en calma, como dormido, en un sueño de tiempo quieto, de espacio detenido en la astrología Maya y su eco de cataclismo, en el Egipto de las plagas, babilónicas historias del comienzo de la luz y las tinieblas; mitos y leyendas, canciones que se subieron  en el tío vivo de las religiones. Misteriosos insectos que devoraron nuestros sentidos. Ladrones de sueños… Allí pendía un viejo calendario cubierto de polvo, algunos lo llamaron eternidad y otros el fin de los tiempos. Otros entreviendo la solitaria figura lo llamaron olvido que no pasa, que no dice, y sin embargo que siempre está ahí; expiando culpas. Esta escena es ligera porque no existe, es solo tiempo y energía que no pasa, y que a todos sobrepasa, a ti también...  Aunque ya no estoy no moriré de pena, si he de morir será de la felicidad con la que te amo. Y si en compañía viviendo estas, observaras mejor el que, el como, y el porque de todas las cosas y comprenderás con claridad lo que cuesta un beso. Que el honor, la lealtad son igualmente efímeras y no terminan de pasar, no es que envejezcamos es solo que el tiempo no deja de pasar. Por eso un beso siempre será de eterna juventud, para todo el que ha llegado a ser enamorado.

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