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El palo

 

Esta tarde al pasar por el triangulo de hierva que esta cerca de mi casa, me acorde del hueso de melocotón que arroje, cuando situaban el palo de la “cucaña” para las fiestas del barrio. Hacia años que no la ponían y me alegro mucho la vista, pues me trajo enseguida muchos y buenos recuerdos. Aunque no solo era la cucaña que animaban las fiestas del barrio obrero, era la soga, las carreras de sacos, pruebas atléticas, habilidades con la bicicleta, torneos de toda índole. Entre ellos 24h de futbito que es de los favoritos de la vecindad, a mi padre en concreto le animaba bastante.También hay concursos de merengues y verbenas, que abarrotan la plaza y congregan a muchos de las colindantes barriadas para escuchar los ritmos de éxito del verano de Georgie Dann o aquellos fantásticos; “Más sexi” de coz, “Cara de gitana”, Maneras de vivir de “Leño” en años posteriores mezclado con el paso doble español, que los jóvenes tanto odiamos, detestamos y aburre. Ecos que inundan y recorren todas las calles, pipas, caramelos, petardos y otras golosinas, camisas de anchos cuellos, nikis de rayas y pantalones acampanados, pandas gamberras de adolescentes que prosperan desde el film de Kubrick; “La naranja mecánica”, -luego vendrán otras made in Spain; “navajeros”, “El vaquilla”, Perros callejeros”-  y parejas de enamorados se entremezclan en un universo que se expande. Todo el mundo esta en la calle, hasta las viejas de la calle de arriba se asoman a contemplar el escenario de madera, que durante la víspera afanosamente han punteado a buen ritmo los operarios del ayuntamiento, mientras los chavales abuchean al ver pasar una patrulla de la policía a la que llaman lechera. Desde luego son tiempos en los que se respiran aires de cambio, no se si de libertad.

   Pronto serán las fiestas del barrio y con un poco de suerte al remover la tierra, nacería allí un joven melocotón. Pero todo no era más que un espejismo, como una parálisis del tiempo, una planicie vacía, ni un solo niño, la madera reseca entrando Julio, ni siquiera se embadurno, ni vi colgar jamón, ni Cristo que lo fundo.

    En mi época éramos marabunta, en cada calle, en cada plaza, decenas de niños y niñas correteando, gritando, jugando. La generación más numerosa de la historia de España.

  La cucaña la vivíamos con especial devoción, y veíamos a los más mayores como héroes protagonistas, de una ardua tarea, que con algunas artimañas, trepaban  unos encima de otros, - cinco o seis era un equipo - por lo general los más fuertes hacían de base. mientras los más ligeros gateaban el palo para subir a la parte alta, donde pendía el jamón. De sus bolsillos de vaqueros viejos o fundas de trabajo sacaban trapos y los deslizaban arriba y abajo, envueltos en serrín, para rebajar y secar el excedente grasiento del palo, y así conseguir alcanzar el premio,. La gente se arremolina alrededor, y profiere gritos  - ¡Picias que no puedes más, te pesan los huevos! - y el joven de ojos azules, cuya profesión es la de delincuente habitual, se aferra aún más a aquella mugre grasienta de estaca y sus compañeros empujan desde abajo, la gente se ríe aun más y retumba la voz de Paco el de la serrería; - ¡Vamos joder daros prisa! ¡no aguanto más! -  y por un momento gritan todos a la la vez - ¡Aguanta Paco! ¡Por tu padre! ¡Aurelio venga ya lo tienes! ¡Un poco más!  - de súbito se desploma  la columna humana, deslizándose como un pistón a su posición de inicio. El siguiente equipo  lo tendrá más fácil, dado a toda la grasa desaparecida en los primeros envites, los organizadores a veces ordenan añadir más para alargar la agonía de los muchachos, que relamen la pata del puerco salazón y mantener la emoción, hasta la salida de misa de doce,  justo cuando se reúne la multitud alcanzan el premio y van  los vencedores a tomar un vino de honor, a una de las cuatro escuelas del barrio Yo siempre creí que allí se jalaban el jamón de las rapaces, pues nunca más lo vi salir.

     Todo eso se fue acabando poco a poco, o de sopetón. Ya no nacen tantos niños, la natalidad se detuvo, y el envejecimiento de la población prospero, gracias a una mayor esperanza de vida, para situarse en una de las mayores del mundo. Ojala que esta sociedad mayor, fuese también la más sabia y nos diese muy buenos consejos con buenos ejemplos. Y que los más jóvenes tuviésemos el valor de escuchar y aprender, para mejorar.

 

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